Irene Correa y Diego Aguilar proponen un diálogo entre el ser humano y la naturaleza a través del lenguaje del flamenco. El baile se entrelaza con las guitarras de Juan José Ramos y Luis Miguel Manzano y el cante de Antonio de Manuela en una obra donde la fuerza del cuerpo se funde con la energía de la tierra, evocando un vínculo ancestral que palpita en cada compás.